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En la década de los ochenta, la obra de Coello se caracteriza por un refinamiento en la técnica y una ampliación temática que incluye ambientes interiores y exteriores. Su figuración adquiere mayor delicadeza y complejidad, con un uso más sofisticado del color y el dibujo. Las figuras femeninas, vestidas con trajes elaborados y a veces en escenarios aristocráticos, reflejan una reflexión sobre la identidad y la feminidad desde una perspectiva culturalmente híbrida.
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“Una muestra antológica está constituida por una rigurosa selección de la obra de un artista. Es difícil armarla cuando se trata de alguien que, como Paco Coello —este ambateño internacional— ha trabajado tanto y de manera tan admirable a lo largo de su trayectoria, que esa labor de escoger deviene en un desafío para quien se encarga de hacerla. Porque resulta muy difícil decidir, entre centenares de cuadros igualmente excelentes, cuál va y cuál no.
Rodrigo Villacís Molina












